Impulsos producto de un choque

Tomé un respiro, y miré el techo de mi cuarto por última vez. Cerré los ojos por un momento, y luego me incorporé bruscamente. No tenía nada más que hacer que quedarme tendida en la cama como vegetal, hasta que mi tía me pedía que bajara para almorzar. Luego, hablábamos de trivialidades, hasta que yo le preguntaba por mis padres y solo me repetía que eran bastante extraños, pero que se les tenía mucho afecto en el pueblo, luego era el fin del tema. Sospechaba que ella sabía bastante, pero no le sacaría nada de información, mas eso no significaba que me rendiría.

Tomé un abrigo oscuro del perchero y sin mucho más salí a la calle, que como era de esperarse estaba poco poblada. La mayoría estaba en sus casas, combatiendo el frio de alguna forma. Otros estaban en el instituto, yo aún no me matriculaba por lo que me iba a atrasar bastante. Empecé a caminar rápidamente, sin mirar hacia adelante, no había nada ni nadie con quien me pudiera topar, pero me equivocaba. Un choqué repentino me hizo detenerme, un hombre estaba al frente mío, -lo lamento- Solté. Odiaba que me pasaran cosas como aquellas.

Lo mire por un momento, se parecía a la mujer que había visto el día que había llegado, igual de pálido, y con el mismo rostro de super modelo/obra de arte renacentista, que había causado que entreabiera un poco mi boca por la impresión. –Creo que te conozco…- Entrecerré los ojos, mintiendo, solo por curiosidad, tal vez y eran parientes… No pude evitar posar mi mirada en un par de ojos de color rojo que casi logran que me diera un escalofrío, e hicieron que por acto reflejo retrocediera unos pasos. Solo entonces note la apariencia de tipo malo.

No sabía exactamente que hacía yo en Forks. Hacía tiempo que no venía para estos lugares desde lo ocurrido con los Cullen. Pero bueno ahora me tocaba cumplir con una misión de los señores. Buscar gente nueva que sean valiosas en un futuro. La guardía tenia que crecer, solo por caprichos de Aro, más bien de Cayo. Simplemente pensando en el poder, más nada.
Mis hermanos se había quedado en el castillo. Practicando nuevas tecnicas. Heidi se había ido de caza también a no sé que parte del mundo. Ya que Athenadora y Sulpicia tenían antojo de nuevos sabores de sangre. Bufé mientras me colocaba bien mi capa. Lo bueno de estar en Forks era que podía usar la capa y sin que nadie me viera feo ya que aquí se supone que yo debería de tener frío. Como los demás que de hecho las calles estaban un tanto solas.
Me coloqué la capucha mientras hundía mis manos en los bolsillos de mi pantalón, siguiendo mi camino por las calles mojadas, llenas de agua de lluvia.

No supe bien como ocurrió pero así de la nada sentí que chocaba con alguien. No me causo tanto daño pero sentí que a esa persona si, ya que noté que retrocedió un poco quizá por causa del choqué con mi cuerpo como roca. La capucha se me cayó a causa del golpe, dejando mi rostro en pleno descubierto. Traía los ojos rojos, ya que no me había puesto lentes o pupilentes. Genial. Solo esto me faltaba. Escuché una voz dulce y aspire su aroma... una humana, eso tampoco era novedad.
-Deberías de ver hacía donde vas...- susurré un tanto irritado para después escuchar que la chica me conocia. Abrí bien los ojos un tanto sorprendido, no me acordaba de ella y no me quedaba de otra que negarla. -No te equivocas de persona...-

Sonaba irritado. Genial, quizás me ganaba fama de chica torpe y estupida que no ve por donde camina, siendo que ni si quiera conoce el lugar donde está. –Tu también- Le respondí. Si el me hubiera visto me hubiera evitado. ¿Y que rayos me pasaba?, mal comienzo, mal comienzo. De cualquier forma evitaba la mirada del extraño, principalmente por un par de ojos rojos que habían quedado en evidencia cuando se le había caido la capucha. ¿Pertenecía a una de esas raras tribus urbanas?, de esas en las que hacen ritos satanicos idiotas, y se juntaban en los cementerios… De cualquier modo, la otra razón de evitarle, era que parecía de ese tipo de chico supermodelo, que te sorprende tan solo con su apariencia, demasiado perfecto como para no tener cirujia.

Aunque era intimidante, solo me limité a responder, su rostro me parecía conocido, pero no porque lo hubiera visto antes. De eso podía estar segura.

-Oh… lo siento, es que te pareces mucho- Bien, lo admito, la persona que se parecía a el era una encantadora mujer, que tenía los ojos raros, pero no como un charco de sangre, mas bien eran como dorados, un mineral líquido.. Ciertamente era pálida, y también hermosa.

Fruncí el ceño mirando a la chica que tenía frente a mi. Bonito día el que me había tocado hoy, si después de todo los días en este pueblo eran totalmente horribles para mi y ahora con esto. Una niña que aparece de la nada chocando contra mi y diciendo que le era conocido y lo peor había visto mis ojos.
Pasé una de mis manos por mi cabello desordenandolo un poco pero a la vez acomodandolo después de que la capucha lo había despeinado. Fulminé un poco a la chica con la mirada antes de desvíarla para notar que nadie más me hubiera visto.
-Que me paresca no significa que me conoscas...- no pude evitar sonar irritado pero esta niña ya era un peligro para mi, tendría que encontrar la forma de mantenerla callada para siempre.